*Hay a quienes les gusta imaginar el estridente choque de los rudimentarios cinceles estrellándose en las piedras volcánicas para conformar esculturas de tres metros de altura y un peso de hasta 20 toneladas; una de ellas resguardada en el Museo de Antropología de Xalapa
Javier Salas Hernández
Xalapa, Ver.- Las cabezas colosales de hasta tres metros de altura, con un peso de entre 10 y 20 toneladas, son un misterio. No se sabe a ciencia cierta si reflejan los rasgos físicos de los olmecas o son una radiografía de sus dioses: de las 17 existentes, ninguna es igual a otra.
Son esculturas monumentales talladas en basalto. Los que esculpieron la roca, milímetro a milímetro, fueron verdaderos artistas con piel curtida por el sol y las manos callosas como la lija.
Hay a quienes les gusta imaginar el estridente choque de los rudimentarios cinceles estrellándose en las piedras volcánicas que pudo haber mancillado la quietud de la selva, tupida de frondosos árboles de hule.
Pensar que a esos artistas no les importaba si producían desquiciantes estruendos día y noche, lo que ponían por encima de todo, era su enorme interés de adorar y complacer a sus deidades y a sus gobernantes, pues solo así, tenían garantizado el florecimiento de su cultura.
Esos artesanos pertenecieron a una civilización que hace más de tres mil años dominó el sur de Veracruz, la cultura olmeca que floreció en todo su esplendor en el periodo preclásico de Mesoamérica.
Los olmecas hicieron de la selva zonas comerciales, convirtieron la lluvia en maíz y transformaron las piedras en arte.
Su legado más singular y extraordinario son las colosales cabezas olmecas, resguardadas celosamente en el Museo de Antropología de Xalapa.
Otra parte de su herencia patrimonial se encuentra en el artesanal museo de Tres Zapotes de Santiago Tuxtla, lugar donde permaneció oculta esta increíble civilización entre la espesura de la jungla, hasta que en 1869 se descubrió la primera cabeza y fue hasta 1930 salió de la oscuridad a la luz.
La colosal cabeza olmeca da identidad a Veracruz, heredero de una cultura bien organizada en lo político, en lo comercial, en lo social y en lo religioso. También predominó en San Lorenzo, Municipio de Texistepec.
Pero valió el trabajo, vale la pena admirar estas obras de arte con cabezas planas, ojos rasgados, algunos entrecerrados, narices chatas labios gruesos bien delineados, y orejas cinceladas en forma de espiral.
Las cabezas son de hombres maduros con mentones y mejillas abultados. Cada cabeza luce una especie de casco, algunos con orejeras, decorados con figuras distintas, que pudieran representar a guerreros, gobernantes o dioses.
Tampoco se sabe cuanto tardaron en esculpirse, si algunos meses o varios años, pero lo cierto es que son testigos mudos de una cultura que le da identidad a Veracruz.